


Un laboratorio es un espacio provisto de instrumentos y protocolos ideados para realizar experimentos en cualquier área del conocimiento, con la intención de revelar y explicar fenómenos que ocurren en nuestra cotidianidad y que normalmente están ocultos. El Laboratorio NERV propone hacer una revisión de esa realidad oculta a través de las propuestas de varios ‘científico-escritores’ que desde sus senti-pensares dibujan las posibilidades de un mundo posible y otro escondido; la poesía, el ensayo, las fotos, los dibujos, las ilustraciones, los cuentos y la novela son todos instrumentos para la experimentación científica, tan sólida como líquida, que guarda en sí la rigurosidad del análisis y la crueldad de la crítica, siempre buscando y construyendo la posibilidad de un mundo más justo, más ético.
Escribir es un ejercicio complicado. Necesario, pero complicado. Para hacerlo hay que cultivarlo todos los días, de lo contrario puede ocurrir que las ideas se escapen, vuelen o desaparezcan por la fragilidad de la memoria (la cual también se debe nutrir). Cuando estámos creativa/o, fluyen por la cabeza textos cortos, largos, tibios, agresivos, políticos, románticos, sexuales y sensuales que al no escribirlos de inmediato se desvanecen y recuperarlos se vuelve tan confuso como frustrante.
Un texto está cargado de la personalidad de quien lo escribe, y forzarse a escribirlo sólo resultaría en algo fingido y frío. En principio no se logra, pues claro, uno no nace sabiendo quién es. Eso es un trabajo diario que cuesta enojos, satisfacciones, manías, terquedades, bullas y silencios. ¿Será por eso que escribir es tan difícil? Porque desde que Sócrates nos dijo “conócete a ti mismo” este ejercicio diario de escribir devela verdades ¿y las verdades duelen?
Escribamos entonces y llenémonos de dolor. Escribamos la frase más corta y simple, pero escribamos. Escribamos un sueño frecuente, pero escribamos. Escribamos un ensayo incendiario de lo que cuesta escribir en un lugar donde pocos leen, pero escribamos. Escribamos sobre los monstruos de la hoja en blanco y la crítica, pero hagámoslo. Que duela hasta el cráneo de tanto pensar y de tanto escribir. Que duela saber cuán torpes somos y que la palabra puede más que nosotros. Escribamos para liberar la rabia de existir en un mundo infestado de maldad, donde Facundo Cabral descubrió que “los grandes al mundo le hacen mucho mal”. Temamosle a la crítica porque será implacable. Pero probemosla una y otra vez porque no hay mejor sensación que el miedo para rebelarse a conocerse a uno mismo.
Invitadas todas y todos a su laboratorio. Pida el tubo de ensayo de su preferencia y dedíquese a pensar y proponer.
BienvenidXs