Tarzán el Triste
- Joaquín Martínez
- 20 dic 2017
- 3 Min. de lectura
En la comunidad de simios se aceptan homínidos superiores y viceversa

Cuando John Clayton III era un niño el barco en el que tomaba vacaciones con sus padres fue escenario de un motín que terminó dejándolo huérfano y abandonado a su suerte en la selva africana. Una manada de simios asumió la tarea de educar al pequeño escocés y lo aceptaron como uno de los suyos. Pobremente sabía él que ese sería el comienzo del fin de la vida como homínido con pulgares oponibles y lóbulo frontal desarrollado.
Con el paso del tiempo el joven ahora llamado Tarzán desarrolló ciertas habilidades que le permitieron sortear los peligros de la selva con gracia y, además, ayudar a los animales y uno que otro hombre en los problemas cotidianos del África a finales del siglo XIX: conseguir comida para los hipopótamos, arrebatar de las fauces de una anaconda a la cría de un antílope descuidado, ayudar a la princesa de una aldea cercana a boicotear el matrimonio arreglado por el padre, etc. Así, en la selva, la zozobra y el espanto nunca faltan y Tarzán parecía el mesías enviado por Europa – ninguna alusión a cualquier película – dispuesto a dar su propia vida para proteger el hogar.
Cuando uno lee sobre Lord Greystoke, o escucha de sus historias, ciertamente parece apacible la vida en la selva rodeado de medianos monitos, tupidos bosques con frutos y flores siempre frescos y disponibles. Se nos ocurre también la envidia como expresión inmediata: qué linda la vida en la selva, alejada de los problemas de las urbes siempre felices jugando bajo el follaje y columpiándose de rama en rama como cuando estamos de vacaciones escolares. Felicidad a una liana de distancia. Pero, a todo esto, ¿qué es la felicidad? Los monos son felices, la boa es feliz, la selva es feliz. Un mono hace lo que precisamente un mono debe hacer, ni más ni menos; difícilmente va a hacer lo que hace la boa o la hiena, porque sigue siendo un mono, y no puede ser otra cosa. La ferocidad de la leona está emparentada con el cariño por sus cachorros, tan capas de matar (brutalmente a los ojos de la natgeo) como de jugar a las escondidas en un intento por enseñarles a sus hijos cómo se debe acechar la presa. Y así bien podría enumerar las características propias del comportamiento animal pero quiero regresar a Tarzán.
Algunos de ustedes se habrán preguntado qué pasa si un bebé es separado de su familia y se le prohíbe cualquier contacto con otros humanos, ¿qué lenguaje aprende? ¿puede tener conciencia de su propia existencia sin la comparación-identificación con los otros? Si la cultura es el fruto de la interacción entre personas ¿qué pasa con los que no tienen contacto alguno? ¿es humano, en el sentido filosófico de la palabra? Tarzán no se pregunta estas cosas porque nunca tuvo la oportunidad de hacerlo, cuando pudo regresar a Escocia y conocer a su familia no supo cómo encajar – apenas hablaba el idioma que aprendió entre cazadores y negros – así que decidió regresar al único lugar que podía llamar hogar, la selva.
¿Es feliz un pájaro que no vuela o un león vegetariano? Al margen de que ambos morirían con esa conducta. Pues yo creo que Tarzán de los monos nunca fue feliz. Imaginen un gorila que nació en una jaula y nunca la ha dejado, un día le abren la puerta para que salga al patio pero el gorila no se mueve, está ‘feliz’ donde está. Lo mismo le pasó al joven que nunca conoció el poder de su mente para aprender o crear cosas nuevas, no sabe de las bondades de la música o la poesía – pero claro, algunos de ustedes podrán decir que tenía otras ventajas como la paz selvática o la conciencia ambiental, pero prefiero no hacerles caso porque no se me quita de la cabeza lo triste de no saber leer y escribir, o lo patético que resulta que la única compañera fuese otra europea que, por lástima o un problema con su padre (daddy issues) decidió abandonar todo para vivir con un analfabeta por dios sabe qué razón. Todas las personas del mundo, sin excepción, han podido convivir bien o mal con otros humanos, menos Tarzán, él se quedó atrapado entre ser hombre y mono sin poder ser ninguno a plenitud. Triste en verdad.
Comments